jueves, 18 de marzo de 2010

107 y las secuelas

Con el viento a sus espaldas, recorren la ciudad,
hablando sobre la histeria de la gente,
la vida, el humo, la muerte, la edad, el viento, la tierra...

Cada cierto tiempo, dos cigarrillos se encienden,
casi al unísono,
y se consumen a un ritmo similar, y mientras, a ratos,
ambas voces se apagaban,
y daban paso a la sinfonía de la ciudad: autos, pájaros, perros.

Sus pasos son más rápidos.
Ella debe irse.

Siguen caminando, compartiendo unas pocas palabras.
Cruzan innumerables calles,
plazas, edificios derrumbados,
hasta que ella se despide y sigue otro camino.

'Hasta pronto', se dijeron.

Él caminó, mirando la destrucción alrededor,
mientras pensaba en el día
en que vería de nuevo a la joven poeta.

miércoles, 3 de marzo de 2010

(entrada #106) Intento pseudopoético 2: ¿delirio?

La tierra se mueve, yo me muevo, las luces se van.
Oscuridad.
Creo ver una luz, un rostro conocido,
parpadeando a lo lejos.
No puedo alcanzarla, mis zapatillas estan gastadas,
no puedo correr.
Pasa una noche, y otra más, casi en vela,
por la intranquilidad del suelo.
La noche siguiente recibo un destello de luz,
y junto con eso, unas zapatillas nuevas.
Corro, y corro, pero no la encuentro.
Llamo a viva voz, y no contesta.
Vuelvo a llamar, y no hay respuesta.
Pasa una noche.
En la mañana, llamo una vez más, y me contesta.
Nos despedimos, y cada uno sigue su camino.
Andando un poco, encuentro un manuscrito.
Reconozco su letra.
Veo mi nombre varias veces en dicho texto, pero
pestañeo, y veo
fui reemplazado,
por un artículo, un adjetivo y un sustantivo.
Volteo la hoja, y leo en una minúscula letra, un críptico mensaje:
"Qué infinitos son los campos de la imaginación;
[...] la dilatación de los sentimientos"

Y yo me quedo contemplando un punto fijo,
cuando despierto de tan bonito sueño.