Creo que siempre recordaré estos días como pingüino, cuando al oir la palabra PRUEBA me subía la presión arterial y los ojos me empezaban a arder como si estuviesen secos. Recordaré un par de veces en que hice torpedos para no morir en el intento de pasar de curso, y los nervios con que lo sacaba de debajo de la mesa o mi manga, para que el profesor o la profesora no ve viera y por ende me quitara la prueba. Recordaré las veces en que ayudé a mis amigos, con el mismo nerviosismo que cuando yo veía mis torpedos, porque si me pillaban, a ambos nos quitarían la prueba y un 1 seguro para cada uno en el libro.
El tráfico de chocolates, alfajores y demases nos daba el exceso de energía para capear todo el agotamiento mental y físico de la jornada matutina.
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